martes, 2 de febrero de 2016

EL ESPÍRITU DEL BOSQUE

En un bosque sin nombre, en un bosque donde la luz del sol no alcanza las ramas, un bosque donde cada minuto que pasa la muerte acecha como el solitario susurro de un llanto desolador. En  ese bosque solo queda un pequeño espíritu que vaga por la noche, comiéndose las últimas pequeñas criaturas nocturnas. Un espíritu volador que mantenía el bosque en pie, un pequeño búho. 



Era blanco y marrón. Sus colores parecían una pequeña catarata que llegaba desde su ingeniosa cabeza hasta la última pluma de su pequeña cola. Su pico era de un color dorado, con la punta gastada, pero lo suficientemente afilada para romper el silencio con un pequeño gesto. Sus ojos radiaban de poder, unos ojos esmeralda que reflejaba la dulzura de su alma. Todas las noches miraba el cielo oscuro, observaba la luna brillante y blanca como la dulce leche. En sus ojos se reflejaba la pequeña silueta brillante de la luna. Por el día buscaba la luz solar, pensando que su brillo sería como la sonrisa de un niño. Así, el búho decidió convertirse en el espíritu del bosque, y nunca se iba a rendir, no hasta que consiguiera esa luz que devolveía la vida al bosque sin nombre.


                                                        
                                         Nerea Cano -1º ESO G




                                      

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